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IES Maestro Gonzalo Korreas
Samuel

Samuel Mounmtoumjou, cuentacuentos

     Ayer nos visitó de nuevo el cuentacuentos camerunés Samuel Mountoumnjou con su espectáculo «Conte avec moi» (Cuenta conmigo). Con las historias tituladas «Le chien, roi des animaux» (El perro, rey de los animales), «La bague du roi» (El anillo del rey) y «Les quatre amis» (Los cuatro amigos), no solo conocimos historias africanas contadas en francés, sino que también aprendimos que muchas veces nos ocupamos de cosas fútiles en vez de ocuparnos de cosas útiles, que hay que aprender a escuchar a los demás, sobre todo en este mundo en el que nuestras vidas están pendientes de las pantallas, o que hay que quitarse el miedo y la vergüenza para participar y disfrutar de un espectáculo con nuestros compañeros. 

Una bonita y enriquecedora experiencia que intentaremos seguir repitiendo. 

 

 

Samuel

Samuel Mountoumnjou.

Hijo de tradición oral, Samuel Mountoumnjou nació en el oeste de Camerún, en una aldea donde siguen vivas muchas tradiciones y costumbres ancestrales. En ese contexto se crió y  se inició en la narración oral siendo aún adolescente.

Es profesor de idiomas y mediador intercultural. Su formación y experiencia en la docencia le ayudaron a perfeccionar distintas facetas de la comunicación oral. Lleva más de 10 años trabajando con niños y niñas , contando sus historias por España y Francia.

Su amplio y variado repertorio  está constituido esencialmente de cuentos, leyendas, anécdotas,  parábolas y mitos africanos. Son historias llenas de calor y de colores que, además de entretener, invitan a pensar, potenciar valores humanos tales como la solidaridad, la convivencia, la tolerancia o la igualdad, a la vez que  nos transportan hasta las profundidades del continente y nos transmiten el espíritu del África Negra.

¡Hahula hula! Érase una vez…

«Aún recuerdo, como si fuera ayer, aquellas maravillosas noches de mi infancia, en África…

Los niños y adolescentes, nos sentábamos en el patio de la casa, en torno al fuego, bajo la luz de la luna. Mirábamos atentamente al abuelo, tumbado en su sillón de bambú, callado y pensativo.

Después de algún momento de meditación – que para nosotros parecía una eternidad – el abuelo decía, con voz profunda: “¡Hahula hula!”

Satisfechos y entusiasmados, todos contestábamos: “¡Hahula hula!”

Así empezaba la noche de cuentos, la noche de las mil y una maravillas…»